El paisaje es simple: dos siluetas casi inmóviles, delineadas por un juego de luces espectacular, pero sobrio. Lo más parecido a un acto de posesión.
Victoria Legrand, con su acostumbrado cabello en la cara y su voz celestial, proyecta una figura flacucha y fantasmagórica detrás de los teclados que resulta no menos que fascinante. Escena espectral.
Alex Scally, en tanto, es un guitarrista sin deseos de mínimo protagonismo, un leal compañero de ataúd que completa el cuadro de luz y oscuridad que sólo Beach House es capaz de esbozar frente a sus fieles seguidores.
Noche de viernes en El Plaza Condesa que comienza con las notas de «Wild» y que destapa alaridos de total adoración de los fans. Y mientras el recital avanza, las dos sombras permanecen ahí, estoicas, estáticas, aparentemente plantadas como raíces que no pueden escaparse del césped. Increíble la forma de hipnotizar y desquiciar al público sin aspavientos, movimientos ni bailes.
De pronto, ya después de varias canciones escupidas al viento, Victoria ensaya su español para referirse a la última ocasión en que la banda visitó México.
«Tres años. Hemos tenido momentos salvajes, intensos y muy bellos, hemos regresado. Los amamos a ustedes y a su país, su arte nos han inspirado», expresa la escuálida del cabello en el rostro, casi sin moverse.
La cadena de hechizo incluye obras de terciopelo como «Lazuli», «Astronaut», «Master Of None» y «Silver Soul», así como la juguetona «Used To Be» que hace sonreír hasta a los muertos. Las siluetas permanecen ahí, atadas al suelo, pero haciendo volar. Paradojas de la dupla de Baltimore que sólo a ellos se le permiten y que desatan escenas amorosas y pasionales en la concurrencia, con no pocos besos prolongados y algunas manos rabiosas en busca de carne. Todo… con música semilenta que los leales a la banda definen como dream pop.
«Zebra», «Wishes» y «Myth» son cosa aparte. Luego se da una tregua de pocos segundos y cuando todo parece indicar que con «Irene» el recital culminará sin novedad, la silueta principal, la de Victoria, empieza a moverse como animal en celo detrás de los teclados. Una luz le pega desde arriba y ella deja de ser la flaca inmóvil del rato previo y sorprende a todos contoneándose y lanzando su largo cabello al viento, a la más absoluta y desconcertante brusquedad. Se quiebra frenéticamente y la multitud se le entrega en uno de los momentos más memorables que deban recordarse.
Las notas cesan y la fiera se detiene. Luego, junto a su cómplice, se marcha. La gira de 155 conciertos con la que Beach House ha promovido el fantástico Bloom… es historia.
Setlist -060913-
Wild, New Year, Norway, Gila, Other People, Lazuli, Astronaut, Master Of None, Silver Soul, The Hours, Turtle Island, Used To Be, Lover Of Mine, Real Love, Zebra, Wishes, Take Care, 10 Mile Stereo, Myth // On the Sea, Irene.
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