RADIOLARIA

La enfermedad y sus modos de zambullirse en el cuerpo y colocar astillas en el alma.

Cuando Rob Thomas apenas dejaba de ser niño, se topó con las mordidas de la vida: a su madre Mamie le fue detectado un cáncer que le dejaba crédito de seis meses, según los médicos tratantes. Asolado, el chiquillo no tuvo demasiado tiempo para abrir un riachuelo de lamentos o profundizar en su dolor. Se ocupó de intercambiar los roles del día a día, ocultó la tristeza e intentó atemperar sus peores angustias frente a la mujer más determinante en su vida. «Mi madre y yo teníamos una relación muy volátil y algo de eso estaba en las letras de la canción ‘3AM’. (‘She says it’s all gonna end and it might as well be my fault, and she only sleeps when it’s raining, and she screams, and her voice is straining‘). Ahí abordé este amor que sentía hacia ella, pero también un gran resentimiento y todas esas sensaciones amargas que experimentaba. Esta extraña relación en la que éramos súper cercanos y al mismo tiempo lejanos”.

Heredado por generaciones en el árbol maternal, el alto consumo de alcohol abrió im acantilado entre madre e hijo, desatando tardes de gritos y abusos que sembraron en Rob rabia, impotencia y recurrentes deseos de huir. Más de una vez, acudió a sus amigos para tomar un baño tibio en casa de éstos, hallar sosiego tumbado en sus garajes o conciliar el sueño en la parte baja de sus armarios. Durmiendo en el asiento trasero de los automóviles o junto a un sinfín de pares de zapatos ajenos, Rob encontró paz.

Cuando la vida se dislocó con aquel cáncer que sonó a sentencia definitiva y propició un acercamiento con su madre, Thomas garabateó las letras de la que años después se convertiría en la canción trascendental de su grupo de rock, Matchbox Twenty, recordando las noches que pasaba en vela, anhelando que la lluvia, milagrosamente, sanara a Mamie y se llevara el mal por completo. “Escribí ‘3AM’ a los doce años, hablando del tiempo en que mi madre padeció la enfermedad. Por fortuna, ella está bien ahora, pero fue un periodo en el que tuve que cuidarme a mí mismo, cuidar de ella y cuestionarme por momentos… ¿por qué mamá dormía todo el día?», reveló Rob en uno de los muchos recitales del grupo norteamericano. «Llegué a experimentar mucho resentimiento, como si estuviera lidiando con situaciones que nadie más de mi edad enfrentaba. Sentí que todo era culpa de ella y que me había robado mi adolescencia».

En los meses finales de 1999, llegaría la fama a raudales para Thomas, al colaborar con Carlos Santana en el pegadizo single «Smooth» que atragantó al músico de alabanzas y números uno en Estados Unidos y en gran parte del globo.

La vida cruel por fin se tornaba una línea de luz para quien alguna vez fue un chico con la adolescencia rota, a cargo de su madre casi de tiempo completo, agotado, piadoso y mirando el reloj de madrugada, pensando que la lluvia arreglaría todo. Pero después de la silenciosa negrura de las tres, la más oscura de todas las horas, asomó el sol. Y Rob, en sí mismo, amaneció.