Las invitaciones habían llegado a los más cercanos y el pastel de bodas, que provocó una que otra discusión por culpa del sabor, ya había sido elegido.
Dos años después de conocerse en Sheffield y de hacer nido en un flat londinense, el joven Reginald Dwight y su novia Linda Woodrow estaban a un tris de llegar al altar. Mucho de este idilio sesentero se desparramaba en las bellas cartas que los tórtolos se habían dedicado en las postrimerías de la década.
Pero el «a punto» es una pócima demoniaca. En junio de 1970, un intranquilo Reg (mote para los cuates del que no mucho después se autonombraría Elton John) fue sonsacado por Bernie Taupin y Long John Baldry, su cómplice en la banda Bluesology, para la que contó con todas las trazas de ser una velada de excesos. Los muros del club Bag O’Nails fueron los testigos mudos de la trituración del futuro de Dwight, quien entonces inflamaba ya sus intestinos al callar su absoluto gusto por los hombres.
«Reg había salido a beber con sus amigos», declaró Linda al Sunday Mirror en 2005. «Volvió en la madrugada y me avisó que se iba de la casa. Lloré y le dije que lo amaba, pero poco le importó. A la mañana siguiente, su padrastro vino y se lo llevó en definitiva. Nunca más supe de él.»
Expuesta hasta 1991, año en que ya convenía hablar de una «megaestrella», la versión de Elton no varió mucho, pero es útil para saldar la historia: «Nos embriagamos y Long John Baldry me dijo que no debía casarme. Yo sabía que tenía razón, pero no me atrevía a externarlo. Al final, el alcohol me ayudó, fui a casa y dije que la boda no se llevaría a cabo.»
La sugerencia de Baldry, secundada por Taupin, redimió al cantautor y ciertos detalles del truene con Linda destellaron en el firmamento de «Someone Saved My Life Tonight», tema que el inglés, ya en plan solista, lanzó cinco años después como gajo del álbum Captain Fantastic and the Brown Dirt Cowboy: «It’s four o’clock in the morning, damn it listen to me good, I’m sleeping with myself tonight, saved in time, thank God my music’s still alive…»
Linda acabó deshecha y el vinagre lírico de Taupin aromatizó el último picotazo. Porque ante cientos de miles de fans, la chica que ni siquiera intentó una reconciliación fue inmerecidamente perforada con letras inquisitorias: «You almost had your hooks in me, didn’t you dear? You nearly had me roped and tied, altar-bound, hypnotized…«
En cuanto a Elton, el backstage de su vida era rico en depresiones. El remolino de alabanzas en su época más fecunda no alcanzaba para inflarle el pecho. Como otros, atravesaba el infierno abrasador de un homosexual ahogado por un entorno adverso, y así, en algún momento, quedó a centímetros del barranco. Entre tanta saliva de chicas y chicos le surgió la idea de acabar con su tormento. «Un día salí de mi cuarto y percibí un fuerte olor a gas», relató Taupin. «Entré a la cocina y ahí estaba Elton en el piso, con las llaves del gas abiertas. Mi reacción inmediata pudo haber sido la de pensar que intentaba matarse, pero solté una carcajada porque estaba el tipo con las llaves abiertas y las ventanas… también.»
Ni duda. Entre amigos y por amigos, el propietario de los mil devaneos halló escapes de último momento que elongaron su repertorio ganador. Hoy, «Someone Saved My Life Tonight» pervive igual como un eterno «¡justo a tiempo!» que como un souvenir de las noches de aflicción y derrape.
Y de Linda… poco, pero revelador. Habiéndose mudado a Estados Unidos, aún mantenía el aguijón encarnado en mayo de 2019: «Tengo todavía el anillo de compromiso.»
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