«Shout» ya explicaba parte de la esencia de Tears For Fears.
A esta banda, digna representante del new wave ochentero, le placía todo el universo de terapias psicológicas, gracias a su enorme admiración hacia el profesor Arthur Janov, creador de la terapia primal, la cual se enfoca en tratar neurosis y traumas de la psique de una forma ampliamente discutida.
Precisamente los integrantes de la banda habían compuesto «Shout», el sencillo más conocido del álbum Songs From The Big Chair, inspirados en el tratamiento de Janov, cuyo principal objetivo era la confrontación de los miedos a través de los gritos y el llanto. Había completa comunión con sus ideas, al grado de que incluso el nombre de la agrupación fue sacado del libro Prisoners Of Pain, de su autoría.
El disco, en su conjunto, producido por Chris Hughes y con toda esta carga emocional detrás, ha sido considerado uno de los más brillantes de los años 80. Se trata de un clásico sin puntos flacos, con piezas doradas como «Head Over Heels» y «Everybody Wants To Rule The World», además de otros tres cortes promocionales que los situaron alto en los charts entre agosto de 1984 y septiembre de 1985.
Songs From The Big Chair, título basado en la historia de una niña con múltiples personalidades sentada frente a un psicoterapeuta, vendió más de 5 millones de copias y se convirtió a la postre en el álbum fundamental de la banda. La catarsis no fue sólo emocionalmente fructífera, sino comercialmente superior al álbum que el gran John Lennon había sacado en 1970, titulado John Lennon/Plastic Ono Band e igualmente desarrollado a partir de la terapia primal que el ex Beatle y Yoko Ono tomaron en su momento, supervisados por Arthur Janov.
Pese a la enorme aceptación y al éxito manifiesto de la obra, Roland Orzabal, líder de Tears For Fears, siempre se caracterizó por pecar de modesto.
«No creo que hayamos intentado algo más que vender unos cuantos discos», dijo en 1985. «Ciertamente muchas de nuestras canciones tienen un mensaje, pero la gente ya no pone atención a esas cosas».
Una declaración indigna de cualquier confesión ante el psicoterapeuta. Acaso una mentira que no se diría en sesión, instalado en una cómoda silla… antes de hacer catarsis.
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