«Judas» jamás será la mejor ni más conocida canción de The Verve, pero al menos tiene un origen curioso que brotó de las ocurrencias de Richard Ashcroft para el esperadísimo (y fugaz) regreso de la banda en 2008 a través de Forth.
El título parte de una visita del vocalista a un Starbucks en Columbus Circle, célula ultraturística de Nueva York. Siempre intrigado por la dinámica de anotar el nombre del comprador en los vasos, Ashcroft reparó en el hecho de que, a pesar del correr de décadas y siglos, ni el nombre Adolf Hitler ni Judas han podido redimirse o encontrar alguna clase de absolución social. Mientras pensaba en su elección, el flacucho que empasta guitarras eléctricas como pocos reflexionaba al respecto.
Latte con doble carga, decidió finalmente Richard, a quien la cajera de la cafetería preguntó su nombre.
«‘Judas’… contesté yo, y luego traté de ver su reacción al momento de decir ‘Latte, double shot for Judas‘. En efecto, hizo una mueca de extrañeza por mi supuesto nombre», contó Ashcroft durante una entrevista con la BBC.
«Es increíble que 2,000 años después el significado de la palabra ‘Judas’ siga teniendo ese poder. Por eso al final del estribillo de la canción decimos ‘Let it go, let it go’«.
Vivencia curiosa en un café de Nueva York que contiene historia, significado, causa, efecto, prueba y resultado. Pero es cierto, cuando la humanidad condena, y esta condena se vuelve rito milenario, no hay polvo que entierre el episodio ni tiempo que desaparezca el recuerdo.
Quizá también por eso a menudo nos acordamos de The Verve, una banda monumental cuyos integrantes se dieron entre sí demasiados besos de Judas y terminaron ahorcándose.
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