Ellos incitan a brincar y punto.
El origen de Franz Ferdinand, la frenética banda de Glasgow que vuelve a México este fin de semana, se remonta a una carrera de caballos denominada The Archduke Ferdinand, aunque poco después la discusión del grupo se enfocó en el archiduque Franz Ferdinand de Austria, cuyo asesinato, sucedido el 28 de junio de 1914, desató la Primera Guerra Mundial.
Por si el embrión del nombre del cuarteto no fuera lo suficientemente claro en cuanto a su naturaleza trágica, «Take Me Out», acaso el himno de Franz, también contempla la posibilidad de asesinato desde sus primeras líneas:
«So if you’re lonely, you know I’m here waiting for you. I’m just a crosshair, I’m just a shot away from you«.
Al avanzar el track, viene un cambio de ritmo bestial, uno de los más grandes de la década, una redefinición per se del rock que también desató una guerra con The White Stripes y The Strokes con respecto al exponente más revolucionario del amanecer del siglo.
Valga la reinvención del género, sin importar quién sea el abanderado. Los escoceses, con su espectáculo testarudo, agresivo y elegante, son dignos competidores y un fenómeno particularmente desencadenante, criminal y sin vacilación ni titubeo.
Ferdinand es, desde cualquier arista, una bala.
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