El celebérrimo baterista de Mötley Crüe, Tommy Lee, cumplirá mañana 50 años sin haber perecido en el intento. Sí, así como se lee: Tommy Lee está vivo y eso debe celebrarse.
Hay quienes piensan que no ha existido cuarteto más degenerado en la historia del rock y, si bien cada integrante ha tenido su historia de locura, drama y perdición, en el caso de Tommy es complicado elegir un episodio en detrimento de otros. Desde su forma de brillar detrás de la batería de los Crüe hasta su modo de irrumpir en el universo del «paparazzeo» con su inolvidable y multidifundida sesión de sexo en altamar con Pamela Anderson, el cincuentón es un personaje por donde se le vea.
Elijamos una anécdota, la que fue bautizada como el spaghetti incident, de la cual dio detalle recientemente el libro Rock Star Babylon, escrito por Jon Holmes.
Sucede que en algún momento de sus alocadísimas cinco décadas de vida, Tommy apostó con Nikki Sixx, bajista de Mötley, sobre quién de ellos podría permanecer más tiempo sin bañarse ni asearse de forma alguna. Lograron el objetivo durante dos inmundos meses, teniendo sexo salvaje y sin mesura con cuanta chica les venerara a pesar de las «circunstancias».
Sin embargo, la apuesta debió llegar a su fin cuando una groupie, en pleno sexo oral en favor de Sixx, terminó vomitando sobre él. Al hecho se le bautizó como spaghetti incident porque la joven había comido pasta antes de cristalizar sus más bajos deseos con el apestoso bajista de uno de los grupos más famosos del orbe.
Lógica pura. Nunca una banda legitimó tanto el sexo como artículo indispensable del hair metal. Y el cincuentón Tommy Lee es no menos que el padrote de tan afamada pandilla.
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