Cerca de las 9:15 horas del 8 de enero de 1991 quienes caminaban por uno de los pasillos de la Richardson High School de Texas oyeron un estruendo semejante al de un libro gordo que acaba de ser azotado violentamente contra un escritorio.
Sin embargo, el sonido provenía de un revólver calibre .357. Jeremy Wade Delle, adolescente de 16 años que acababa de entrar a su salón con retardo marcado en rojo, se había disparado frente a 29 compañeros de clase.
Súbita e instantánea, la tragedia la protagonizaba un chico que, a ojos de sus allegados, era tímido y inofensivo. Dada su constante impuntualidad, la profesora de inglés le había solicitado tramitar en la oficina del director el permiso para poder tomar lecciones ese martes. Jeremy no refutó, pero desvió el andar en el corredor. Sin testigos, extrajo de su locker la pistola que había robado del cuarto de sus padres y que había resguardado con candado desde la tarde anterior. En un parpadeo estaba de regreso en el salón. «Maestra, fui a conseguir lo que realmente quería», dijo con tono fuerte y sobrado. Momento de excepción para un púber que jamás había alardeado en público. Pero hasta los suicidas escogen sus rituales y, así, se decretó esta breve ceremonia del adiós que quedaría esculpida en la mitología del grunge de fábula: «Jeremy spoke in class today…»
El fatal episodio que publicó a dos columnas el diario The Dallas Morning News llegó a manos del recio barítono de Pearl Jam, Eddie Vedder, quien sumergido en la conmoción, decidió sumar a esto un suceso de su infancia, para finalmente articular los versos de «Jeremy», según confesó el propio cantante a Billboard en 1991, días antes del lanzamiento del álbum Ten: «Bueno, esto viene del artículo que vi en el periódico. Y luego, cuando iba a escribir sobre ello, pensé en sacar información sobre el chico, pero consideré que tal vez eso sería intrusivo. Me capturó por completo el hecho, porque yo había tenido una experiencia similar con un niño con el que crecí (…) Su mundo estalló, entró en pánico y un día trajo un arma al aula. Era la clase de Geografía, yo caminaba en el pasillo y recuerdo haber escuchado eso…»
Si el sencillo causó controversia, el respectivo video, rotado hasta el cansancio por MTV, triplicó el efecto. El director Mark Pellington se encerró en una habitación y se sometió a una docena de repeticiones de la canción hasta convencerse de que las imágenes requerían ser calca de lo acontecido en Texas. Un chaval de 12 años, de nombre Trevor Wilson, fue el elegido para encarnar a Wade Delle, brindando una enfebrecida actuación que empató magistralmente con la voz de trueno de Vedder, el rabioso relator de la tragedia.
La obra de Pellington cosechó cuatro estatuillas en los MTV Video Music Awards, celebrados en septiembre de 1993. «Hola a todos, éste es Trevor. Vive…», dijo Eddie a la concurrencia sonriendo y alzándole la mano al joven estrella del video. «Si no fuera por la música, creo que me hubiera disparado en un salón de clases. Es lo que me mantuvo vivo», amplió el frontman antes de bajar del entarimado.
De Wilson no se supo mucho sino hasta un cuarto de siglo después de que Vedder le celebrara vivo en dicha gala.
Si la realidad descarnada fue base para la ficción musical y el regocijo temporal, la ironía cimentó una nueva calamidad alrededor de «Jeremy», cuando Trevor pereció ahogado mientras vacacionaba en una playa de Puerto Rico, en agosto de 2017. Esta vez no se escuchó nada, ni el sonido semejante al de un libro gordo azotado contra un escritorio… ni el desesperado chapoteo de un hombre de 36 años al que nadie pudo auxiliar.
Sin rituales, despedidas ni mínima gota de sangre, el «falso Jeremy» murió, ahora sí, de verdad.
«Clearly I remember, pickin’ on the boy, seemed a harmless little fuck, but we unleashed a lion, gnashed his teeth and bit the recess lady’s breast…»
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