«Mrs. Robinson», canción entrañablemente inculcada en la maraña nostálgica de los baby boomers, pudo haberse llamado «Mrs. Roosevelt».
Mike Nichols, director de The Graduate, pretendía que su obsesión y fanatismo por Paul Simon y Art Garfunkel se materializaran en la banda sonora de dicho filme, sin embargo, fue el propio Simon quien de antemano advirtió al productor de la cinta, Lawrence Turman, que estaba lleno de compromisos musicales, lo que complicaba trabajar en el soundtrack. A pesar de ello, se pactó la composición de tres cortes para la película estelarizada por Dustin Hoffman.
Según un artículo de 2005 firmado por Peter Bart, Nichols le rogó a Simon para que escribiera más, pero el cantautor había avanzado solamente en un tema que, para colmo, ni siquiera era para The Graduate, sino referente a la activista y Primera Dama, Eleanor Roosevelt, y al beisbolista Joe DiMaggio. El músico le mostró un pedazo de la composición y Nichols, sin pensarlo mucho y con tono arbitrario, respondió: «A partir de hoy, esta canción es sobre Mrs. Robinson, no sobre Mrs. Roosevelt».
En cuanto a DiMaggio, hay que decir que su nombre ha perdurado en las letras del corte por simple métrica, ya que el verdadero ídolo de Paul Simon (Yankee de corazón) no era él, sino Mickey Mantle. «Todo se reduce al número de sílabas, al número de bits», explicó Simon en una entrevista con Dick Cavett hace unos años.
Valga pues. Por un capricho del director o por métrica del compositor, Mrs. Robinson y Joe DiMaggio lograron la inmortalidad en la psique de toda una generación, abrazados involuntariamente a un filme cuya banda sonora es, acaso, la más efectiva y posicionada de la historia.
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