«We don’t serve your country, don’t serve your king».
Se cumplen 25 años de Diesel and Dust, la obra magistral de Midnight Oil que abogaba por los derechos de los aborígenes de Australia. Una dura crítica a las leyes blancas y total impulso a las negras bajo el contexto de temas como la posesión de las tierras y el colonialismo.
De esta producción, cuya famosa portada exhibía una casa abandonada en Burra, al sur de Australia, los ochenteros recordarán «Beds Are Burning», composición centrada en Uluru (la gran roca sagrada también conocida como Ayers Rock) y enfocada en subrayar que el tiempo de devolver dichas tierras a los nativos había llegado.
«The Dead Heart», otro de los sencillos del citado álbum, había sido grabado originalmente en 1986 para formar parte de un documental sobre las tribus, mientras que una de las líneas del tema «Warakurna» desató justamente el título del disco: «Diesel and dust is what we breathe…«. Activismo puro en el tope de la popularidad de Midnight Oil no sólo en Australia, sino en Europa y Estados Unidos.
La parte más jugosa de la carne se centra en el origen de Diesel And Dust. El quinteto, encabezado por Peter Garrett, empacó amplificadores, poca ropa y tiendas de campaña. Montados en una vieja camioneta blanca, se embarcaron en una peculiar aventura en el verano de 1986. Se trató de una gira llamada Black Fella/White Fella Tour no destinada precisamente a actuar ante grandes audiencias, sino frente a comunidades de indígenas asentadas en el norte de Australia.
La agrupación se alimentó de carne de canguro y actuó en «escenarios» debajo de cielos fríos e iluminados por fogatas, atestiguando de primera mano la extrema pobreza de los aborígenes y la devastación de su cultura. La desesperación de las tribus impulsó la esencia del disco, al que más bien se le podría considerar un auténtico documento. De esto habló Rolling Stone, revista que por cierto colocó a Diesel And Dust en el lugar 13 del conteo 100 Best Albums Of The Eighties.
«Nos impactó más tocar ante 300 nativos en Darwin que frente a 30,000 personas en Nueva York o en cualquier lugar. Necesitábamos aprender de nuestro propio país», le dijo Garrett a un periodista australiano en 1986.
En una de las escalas del recorrido, y tras interpretar «Beds Are Burning» y «The Dead Heart», los ancianos de una pequeña tribu en Kintore agradecieron la sinceridad del grupo invitándolos a participar en una de sus ceremonias sagradas.
Al regresar a Sydney, los «Oils» completaron las canciones y lograron su primer disco de oro en América. Sin embargo, lejos de los charts, la fama y las muchas manos que pagaban por el álbum en las tiendas de Nueva York, Los Angeles y Londres, Diesel And Dust pertenecía realmente a las personas de la tierra, a los Ngaatjatatjarra y a los Ngaanyatjarra, cuyos ancestros fueron maltratados, esclavizados, envenenados o aniquilados por el «hombre europeo» (como definen ellos a todo hombre blanco).
El contexto más inusual y entrañable para un disco pop que hizo historia de una manera completamente distinta.
«40,000 años de antigüedad en estas tierras deberían marcar la diferencia del estado de las cosas. El corazón vive aquí… muerto».
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