Si un tema cambió la carrera de U2, ese es «The Fly». Y si alguien cambió su sonido, ese no fue Flood ni Daniel Lanois ni Brian Eno, mucho menos Paul Oakenfold con su remezcla de «Even Better Than The Real Thing».
Fue Fintan Fitzgerald, el asistente de vestuario.
Mientras se horneaba el disco Achtung Baby en los estudios Hansa, este chico le facilitó a Bono aquellos célebres lentes que usó en 1991 para mutar y, de paso, modificar la historia del rock a través de una mirada de insecto.
Sí, unas estrafalarias gafas ojo de mosca fueron el hacha con que cuatro músicos talaron y derribaron el arbol de Joshua, algo tan necesario para una agrupación que quería explorar y explotar… y ser otra vez «alternativa».
Cuando «The Fly» fue arrojada a la sartén en Berlín, nadie sabía cómo quedaría el omelette. En aquellas tardes la maqueta era trabajada bajo el título de «Ultraviolet», pero se pensó que era algo muy melancólico, así que hubo que volver al clima de Dublín para que la yema se partiera en dos: «Light My Way» y «The Fly». Y ahí se dio la metamorfosis. De las estrofas canónicas y pastorales que integraban gran parte del cancionero ochentero, con un Bono disfrazado de cowboy, todo pasó a la explosión del glamour chillante y la seducción de la lentejuela. Descolló la cáscara y no el plátano, los ojos y no la mirada, el desnudo vulgar y no el revoloteo del alma. La alteración se notaba hasta en el auto que el cantante se había ganado, según él, en una partida de cartas: un Ford Cortina 1973 amarillo canario con interiores de leopardo y unos dados colgando del retrovisor.
Además de los lentes de mosca, Fitzgerald le había obsequiado al frontman un libro de Jenny Holger que terminó por convencerle de crear un alter ego con el único cometido de pulverizar la imagen del U2 cándido y papanatas.
«Sabía que se me tachaba de megalómano, así que pretendí cumplirles el deseo. Y en eso me convertí: ¡un megalómano!», le dijo Bono a Alan Light, según la Rolling Stone de marzo de 1993.
Antes de acabar las sesiones de «The Fly», Paul Hewson ya tenía el propósito, el tema, el personaje y el atuendo para volar sobre el mundo como un artistilla engreído sin fuerza de gravedad. Como si llamarse Bono no fuese suficiente, esta especie de «Cristo» volvía a proclamarse rey dos milenios después. Y la predicación de su evangelio habría de ser extensísima, con cinco etapas, 157 recitales y 5.5 millones de asistentes al ritual llamado Zoo TV Tour.
«La música te indica qué ropa vestir, en qué clase de escenario debes actuar, quién debe tomarte fotografías y quién debe ser tu representante. Puedes concebir los lentes como una máscara, pero Oscar Wilde dijo algo como ‘La máscara te expresa muchísimo acerca del individuo.‘ Es algo así», señaló el hombre insecto.
En la entrevista con Rolling Stone, reveló además que uno de los aforismos que no quedó en la letra definitiva de «The Fly» fue «Taste is the enemy of art«, contundente por donde se le vea, independientemente de aquella fastuosa frase en la que comparó la canción con una llamada desde el infierno en la que el condenado se dice un huésped con calor, pero eso sí, muy cómodo entre llamas.
Si se le tachaba de lunático, Bono forwardearía tal calificativo a los orquestadores de la Guerra del Golfo, la cual sucedía en paralelo a la grabación de Achtung Baby.¿Acusan al rockero y no a los gobernantes bélicos? Hipócritas de poca monta. Si el mundo se dislocaba en la nueva década, ¿por qué una simple banda de rock no podía hacerlo, incluso talando su arbol más amado?
George Bush necesitó 288 misiles Tomahawk color blanco para sentirse un todopoderoso. Bono requirió unas gafas suficientemente grandes para ser visto desde la Luna.
«It’s no secret that a conscience can sometimes be a pest, it’s no secret ambition bites the nails of success…»
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