Alguna vez en el rincón de una taberna alguien dijo que «Wake Up» era la canción perfecta para aderezar el regreso triunfal de un héroe a su tierra… después de años de tormentas y congoja.
Arrojada así, al aire, la frase puede resultar demasiado flaca para contener el sobrecogedor himno de The Arcade Fire, pero la imagen no dista mucho de la manera en que, al paso de los años, el gigantón Win Butler define su obra maestra: «‘Wake Up’ es como esta triste canción de euforia. Nosotros, básicamente, somos una banda de covers de Motown haciendo ‘What Comes from the Brokenhearted’, que es mi canción favorita de todos los tiempos. Es este punto de encuentro exacto entre dos cosas.»
Tristeza y euforia.
Trazando una línea de tiempo, el origen del sencillo se ubica justo después del colapso del primer Arcade Fire, el que Win y su compañero de clase Josh Deu fundaron en 2001. La prontísima partida de éste cercenó a la mancuerna por la mitad y orilló a Butler a dar el primer paso del resto de su vida.
«Fue compuesta como una canción de apertura y como una reacción a la ruptura del grupo», afirmó Win en 2004, recordando el momento en que le echó ojo a Régine Chassagne en una cafetería escolar para resucitar el proyecto, aglutinar un talentoso colectivo y empezar a tejer canciones bombásticas. «Queríamos hacer algo más fuerte que cualquier cosa que hubiésemos hecho antes. Queríamos que la primera canción que tocáramos después de comenzar de nuevo sonara ampulosa, pletórica.»
De ahí la instantánea majestuosidad de «Wake Up», composición de la placa debut Funeral (2004) que engatusa al más huraño al salirse de toda ortopedia rockera. Así, llegaron pronto la adulación y la alabanza de los medios que suelen asomarse a la escena indie, y en directo… los smartphones bien arriba concentraron sus grabaciones en la «formación victoria» de los Fire: los siete dispuestos en hilera horizontal, cada quien zarandeando su instrumento y pegando de gritos a pulmón desgarrado. Tan solo el primer minuto es suficiente para que se caigan las quijadas.
Sin embargo, reveló años después Butler, los seguidores primigenios de Arcade se atragantaron con la pomposidad del «himno nacional indie«, cuyo estribillo carece de letra: «Hay quienes han estado ahí desde los inicios y la primera vez que tocamos ‘Wake Up’ perdimos a la mitad de la gente, porque nosotros solíamos interpretar música más acústica. Recuerdo haber visto personas abandonando la sala, horrorizadas con nuestro sonido».
En los abismos del rock, como siempre, hay para todos.
Al tiempo, la napoleónica «Wake Up» retumbó en entornos muy disímiles porque cientos de miles cayeron rendidos. Fue desde ingrediente del Super Tazón de la NFL hasta obertura del Vertigo Tour de U2, cuarteto que titubeó, fisgoneó, afinó la oreja y aprovechó el bombazo para encaramarse a la amenaza y -ya se conocen sus tretas- convertir al potencial enemigo en socio platino de «Bono Enterprises«. Aún verdes, Butler y sus secuaces accedieron gustosos. Ganar-ganar.
«Now that I’m older, my heart’s colder, and I can see that it’s a lie. Children wake up, hold your mistake up, before they turn the summer into dust…»
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