¿Qué fue de aquel cantante que conquistó el mundo del pop en 2005, desvistiéndose en su video más famoso y arrojándose a las aguas de Mallorca desde quién sabe cuántos metros de altura?
James Blunt podría responder que se mantiene activo… y, desde esa óptica, tiene razón. Su último álbum Some Kind Of Trouble (2010) «charteó» bien y desató el respectivo tour mundial que concluyó en febrero de este año. Sin embargo, sus composiciones recientes, si bien extraordinarias, han carecido del poder de antaño y han terminado a la sombra de las creaciones del álbum de 2004 Back To Bedlam, cuyo tercer sencillo, «You’re Beautiful», conquistó las cumbres más elevadas del planeta musical hace más de un lustro.
Probablemente este palpable cambio en la fama del cantautor partió de la decisión del propio Blunt de alejarse de la melancolía para establecer pautas más positivas en las canciones de su tercer disco, el cual, pese a ello, debutó en un nada despreciable cuarto peldaño en Reino Unido y undécimo en Estados Unidos.
Pero, más allá del «charteo», a los ojos (y oídos) del público en general, James ya no es lo que antes.
¿Fue un error sacrificar dicha melancolía en las canciones para un hombre que en su apariencia y voz pareciera contraponerse por completo a cualquier variante de felicidad? Es posible. Especialmente si se considera que esa fue la fórmula que llevó a Blunt a vender 18 millones de discos en un tris.
Y en el caso de muchos artistas, sufrimiento es dinero… y sonrisa olvido.
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