MCMXC a.D. fue el debut soñado para Cretu, el «loco» Michael Cretu que alguna vez decidió invocar a otro «loco», muerto 176 años antes.
El creador del proyecto Enigma, un rumano treintón de cabello rizado y anteojos tipo Lennon, asaltó la radio tradicional en 1990 con este primer disco sostenido en una jugarreta entonces inédita: la voz de una enigmática y sensual chica -su esposa Sandra- y cantos gregorianos al servicio del pop. Y todo… sonando estupendamente bien.
«Sadeness (Part I)», primer sorbo de aquel álbum, fue el banderín desestebilizador de uno de los trabajos más influyentes en la historia del mal llamado New Age. Sin basarse en fundamentos religiosos, rozaba los principios de la lujuria, y más que un tedioso poema rojo de pocos minutos, englobaba una innovadora y corrosiva defensa post mortem de Donatien Alphonse Francois de Sade, mejor conocido como el Marqués de Sade.
«Poco a poco surgió esto. Fue una combinación muy extraña de elementos que teóricamente no maridaban», admitió Cretu.
En una entrevista con Gavin Stok, un representante de Enigma dio más luz sobre el aparentemente mal escrito título del single: «‘Sadeness’ proviene de un juego al combinar ‘Marqués de Sade’ y ‘Sadness’. De hecho, algunos países decidieron mantener el título ‘Sadness’.»
Nada inocente, Cretu empató la publicación de MCMXC a.D. con el aniversario 250 del nacimiento de Sade, escritor recordado por su visión transgresora y disoluta, centrada en el placer que sobrepasa las murallas de la moral y en la persecución de todas las fantasías posibles, aun las inclasificables: «Sade, dis-moi – Qu’est-ce que tu vas chercher? – le Bien par le Mal la Vertu par le Vice – Sade, dis-moi, Pourquoi l’évangile du Mal? – Quelle est ta religion, Où sont tes fidèles? – Si tu es contre Dieu, tu es contre l’Homme.»
En las letras nadan los cuestionamientos al Márques, hombre que desde su celda abogó por las licencias de la carne: lo que busca en específico, el bien por el mal, la virtud por el vicio, el porqué del evangelio del mal, la religión que profesa y la identidad de sus fieles. Termina sugiriéndole que, si está contra Dios, entonces también se opone a los hombres.
Así, el rumano no sólo zarandeó la tumba de Sade, también redefinió la forma de condimentar composiciones en una década asediada por el grunge de Seattle, el alternativo de Chicago y el britpop de Manchester. Aun siendo una caries en la dentadura del pop tradicional, «Sadeness (Part I)» demolió a sus oponentes y fue número uno en más de 20 países con una promoción contraria al mundo ordinario. En la Navidad de 1990 Cretu envió a decenas de hombres disfrazados de monjes a que vendieran las cintas de MCMXC a.D. en las calles de Oslo. Y para impedir que se revelaran pistas sobre el autor de tan insólito esquema, el tipo se puso el sobrenombre «Curly M.C.» cuando hubo que definir los créditos del disco, lo que causó morbo mayúsculo entre los feligreses de Enigma, ansiosos por conocer al artífice de la piedra preciosa.
«No es importante saber quién toca los sintetizadores o quién produce. Yo deseaba que la música hablara, por eso consideré inapropiado dar rienda suelta a una gran promoción», declaró Michael a LA Times, una vez que el rotativo dio con él en Ibiza.
En la tapa del álbum relucen frases de William Blake y Sigmund Freud sobre el placer y los excesos, sin embargo, destaca aún más el credo de un exorcista de la Iglesia de Notre Dame que incuba la esencia de Enigma: «Si crees en la luz, es debido a la oscuridad; si crees en la felicidad, es a causa de la infelicidad; si crees en Dios, deberías creer en el Diablo…»
De este exorcista poco se sabe. Si acaso… que le apodan «Padre X». Un viejo sombrío que, al igual que Cretu y Sade, prefería que se viera la textura de sus obras y no el color de sus ojos.
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