El clásico de dos que jamás se conocieron

En los créditos oficiales del clásico de alcances planetarios, «Don’t Be Cruel», aparecen Otis Blackwell y Elvis Presley.

Y de esta mancuerna expuesta por doquier se agarró en enero de 1984 el presentador de televisión, David Letterman, al recibir a Otis en su foro con una pregunta directa y sin rodeos apenas éste tomó asiento en medio de una carretada de aplausos: «¿Fue ‘Don’t Be Cruel» la primera canción de tu autoría que Elvis grabó?». Blackwell asintió, dejando a Letterman en posición de aventar otro dardo. «¿Y cómo surgió?», cuestionó el conductor. «Bueno, es una historia un tanto dura», respondió el de Brooklyn con un suspiro que le empañó las gafas, como si de pronto el set se fuera a negros y una burbuja de recuerdos se proyectara con brillo para regresar en el tiempo hasta la noche de Navidad de 1955, a las calles de Nueva York cubiertas de nieve y con el viento gélido navajeando las caras de los paseantes. «Escribía canciones casi como un freelance y creo que trabajaba en cualquier cosa que me diera uno o dos dólares y que viniera de algo honesto. Había escrito seis o siete canciones un dìa antes de Navidad»

Luego de parir el encordado lírico de «Don’t Be Cruel» entre cánticos y villancicos, Otis la vendió por veinticinco billetes verdes a la sucursal neoyorquina de Shalimar Music, llegando pocos días después a manos del rockero más venerado de América. Filoso y sabedor de que Blackwell y Presley no se habían visto las caras al momento de la concepción del tema, Letterman preguntó cómo era posible tener el crédito repartido entre ambos, tanto en letras como en música. «Bueno. Parece ser que así era la práctica», atajó Otis, escueto y contundente.

Complacido tras plantear semejante examen, David dejó la mesa puesta para que su invitado se levantara y se uniera a la banda que traía consigo para hacerse cargo del piano e interpretar el monumental hit con el que casi treinta años antes Elvis había hecho hervir a chiquillas, adolescentes y señoras en Estados Unidos.

Blackwell se mostró sereno y humilde frente a la audiencia de Letterman en el estudio y los millones de televidentes, algo no precisamente proporcional a su tamaño si se toma en cuenta que, además de ser la mente maestra detrás de «Don’t Be Cruel», figuran entre sus creaciones otras joyas de leyenda como «Great Balls of Fire», «Fever», «Return to Sender», «Paralyzed», «All Shook Up», «Handy Man» y «Breathless».

Elvis fue acaso el más mediático de los artistas que se sirvieron de la maestría de Otis, y al menos reconoció indirectamente el genio de éste rompiéndose la cabeza el 2 de julio de 1956. Ese fue el día en que Presley se enamoró de «Don’t Be Cruel» y la grabó como cara B de «Hound Dog» en los estudios RCA de Nueva York. Veintiocho repeticiones tuvieron que darse para que el apuesto cantante de las patillas afrodisíacas quedara satisfecho con la versión definitiva del corte que llegaría al número uno en tres listados de popularidad en Estados Unidos y arrasaría a mediados de siglo, despachando cuatro millones de copias.

«You know I can be found sittin’ home all alone, if you can’t come around a least please telephone, don’t be cruel to a heart that’s true…«

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