Black Sabbath bien podría ser un trending topic anual con su regreso, con el disco que sacarán en junio y con la gira que de ello se desprenderá.
Sin embargo, el pasado de la agrupación sigue siendo sabroso por donde se le vea, especialmente porque siempre hubo una situación límite que decoró la historia de los que, a juicio personal, fueron los verdaderos fundadores del heavy metal.
Dentro de esas gloriosas páginas de lodo se recuerda el día en que el guitarrista Tony Iommi la prendió fuego al otrora baterista de Sabbath, Bill Ward… sólo por diversión. Sí, como se lee, sólo por diversión.
«Le prendí fuego a Bill como ya lo había hecho en otras ocasiones, pero esta vez las cosas se salieron de control. Debo admitir que cuando lo vi gritar y rodar por el piso, estaba matándome de risa, ¡hasta que de pronto entendí que se estaba deshaciendo en llamas!», confesó el propio Iommi en su libro Iron Man.
El fuego se apoderó de los pantalones y calcetines de Ward, lo que propició quemaduras de tercer grado en sus piernas y una visita no planeada al hospital. Eran los tiempos de grabación del álbum Heaven and Hell.
La madre de Bill llamó a Iommi para reclamarle y tacharlo del «peor desgraciado del mundo», diciéndole que muy probablemente a su hijo habrían de amputarle una pierna, extremo al que por fortuna los médicos no llegaron.
Hace no mucho tiempo, y pese a que el baterista abandonó las filas de Sabbath, el bromista llamó a la víctima para preguntarle si aún tenía las cicatrices del incidente, recibiendo una respuesta afirmativa.
«Desde entonces no le he vuelto a prender fuego a Bill», reveló Tony.
Vaya bondad. Menos mal.
Opina en Radiolaria