Ciertamente suena inaudito, pero hace 42 años el arte de la legendaria banda Kraftwerk radicó en una guitarra chillante, una elocuente batería y una flauta eléctrica. Así como se lee.
Esta combinación, al mando de Michael Rother, Klaus Dinger y Florian Schneider, respectivamente, realizó conciertos memorables hacia el verano de 1971, dejando en contadísimos videos que circulan por la red una inimaginable encarnación del grupo alemán, ampliamente conocido por ser casi un ente robótico de cuatro partes.
Y por increíble que parezca, ante la ausencia temporal en aquellos años de su líder Ralf Hütter, el grupo se permitió improvisar, tener pulso y hasta errar, según me decía el propio Rother, quien puede presumir haber sido guitarrista de una banda pionera del sonido musical perfecto, lineal y «computarizado».
«Llegar a Kraftwerk fue pura coincidencia porque en 1971 yo hacía servicio social en un manicomio. Un amigo del mismo sanatorio había sido invitado para grabar a una banda y me pidió acompañarlo. Yo no tenía información sobre Kraftwerk, pero fuimos al estudio. Florian Schneider aprovechó mi presencia, escuchó mi trabajo y unas semanas después me llamó para invitarme a la banda», me contaba Rother desde su casa en Forst, Alemania.
«Era joven y ambicioso, al igual que Florian y Klaus. Tuvimos shows excepcionales como trío, improvisando y experimentando a placer. Luego intentamos grabar el segundo disco de Kraftwerk en aquel año, pero no pudimos mantener en el estudio la química de los conciertos».
Dada la tensión en dichas grabaciones, Rother y Dinger salieron de Kraftwerk para formar otra leyenda alemana: Neu!.
La decisión fue liberadora para Michael, quien deseaba volar sin motor y en contra del cada vez más robotizado estilo del grupo que a partir de ahí (y ya con el regreso de Hütter) plasmaría en la historia joyas como «Autobahn», «The Model», «Radioactivity» y «The Robots».
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