RADIOLARIA

Mezzanine es uno de los mejores álbumes de la historia. Punto.

La comisión encargada de tan maravillosa obra de finales de los 90 estuvo integrada por Robert Del Naja, Grant Marshall y Andrew Vowles, quienes paradójicamente se encontraban al borde de una ruptura al interior de Massive Attack, con escasísima comunicación entre ellos y constantes roces. Pero suele suceder que de las fibras ultrasensibles emanan instantes que mueven todo y rompen épocas. Así sucedió con el álbum de la portada misteriosa con patas negras sobre fondo blanco.

Dentro de la majestuosa entrega y, pese a que cada track posee una intensa y bella mezcla de texturas y sonidos que elevan al trip hop a alturas jamás alcanzadas (ni antes ni después de aquel 1998), es probable que el tema con el que comienza el recorrido, «Angel», sea la cúspide no sólo de este material, sino de la carrera de Massive.

Siniestros beats, distorsiones, la voz seductora y nocturna de Horace Andy en plena declaración de amor hacia una etérea chica angelical y el espacio suficiente para que el escucha viaje sin control ni coordenadas, convierten más de seis minutos de poesía en siglos que de pronto se esfuman en un tris. Así se disfruta la obra de la pandilla de Del Naja (mejor conocido como 3D), un grafitero que dedicó la otra parte de su tiempo a la música brillante que se puede sacar de la más profunda oscuridad.

«En esa época ya había pintado sobre madera, metal y lienzo, pero quería captar algo más fotográfico y comencé con imágenes de arañas. Para la cara posterior del disco, quería el abdomen de una araña y desarrollar la idea de hacer ropa con la piel de este animal. Al final, se complicó mucho y me mostraron tomas de coleópteros, los cuales me parecieron hermosos», declaró 3D en 2010.

En efecto, estos fascinantes insectos vinieron como anillo al dedo para redondear el arte de un álbum que rompió la década y encumbró a la banda.

Dos años después de la edición de Mezzanine, la revista Q situó al disco en el peldaño 15 de los 100 mejores álbumes británicos de la historia. Nada mal para una producción realizada en medio del caos y la desintegración, factores que, a la postre, causarían la partida de Andrew Vowles, uno de los fundadores del ataque masivo.

Al final, los insectos al interior de la banda terminaron comiéndose a uno de sus baluartes. Algo común en la naturaleza. Los otros dos sobrevivieron.