No era cuestión de rapidez en la improvisación vocal, era tartamudeo.
En 1995 un gran número de melómanos fue seducido por algo que sonaba más o menos al son de «Ski-ba-bop-ba-da-ba-dop-bop«, y otros tantos intentaron imitar dicho silaberío… sin éxito. Era lógico, sólo un tartamudo de nacimiento, como John Paul Larkin, podía.
El oriundo de Los Angeles ya había intentado ocultar su problema vocal estableciéndose primero en el mundo del jazz y tocando el piano, pero fue su representante quien le recomendó abandonar la vergüenza y, contrario a ello, explotar su tartamudez de un modo muy particular. Así, se originó el scatt-jazz-pop-techno, una mezcla de ritmos sumados al scat que invadió el mercado con el tema «Scatman (Ski Ba Bop Ba Dop Bop)» como estandarte.
El scat, forma en la que los jazzistas improvisan a través de monosílabos onomatopéyicos, de pronto se convirtió en un fenómeno contagioso y el bigotón Scatman John, como se hizo llamar artísticamente Larkin, se topó con millones de dólares en ventas, producto de la conversión de un mal en una ventaja.
Los sencillos «Scatman (Ski Ba Bop Ba Dop Bop)» y «Scatman’s World» arrojaron miles de «aspirantes a tartamudos» en el planeta y el artista permaneció en el top 10 de singles de Reino Unido durante varias semanas, además de adjudicarse 14 discos de oro, 18 de platino y el galardón Annie Glenn por su apoyo a la comunidad de tartamudos.
Después… poco se supo de Scatman John. Y es lógico. El bigotón cuyo rostro llegó a aparecer incluso en latas de refresco, falleció en diciembre de 1999 por un cáncer de pulmón.
Así como alguna vez había ocultado su tartamudeo, ahora el músico dejó en silencio su padecimiento canceroso, además de hacer caso omiso a los consejos de los doctores de bajar su frenético ritmo de vida. Tan frenético como el mismísimo ritmo de «Scatman».
Descanse en paz el bigote más rápido del oeste.
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