11 de agosto de 1996. Knebworth. 250,000 asistentes en completo delirio. Liam Gallagher, con su pandero en la cima del escenario, simbolizaba a la perfección a la banda que, a su vez, estaba posada en la cúspide del planeta. Oasis…
Centenares de artículos se escribirían acerca de esta memorable noche, así como decenas de posts en blogs y hasta una edición especial de la revista NME catalogando este concierto como uno de los que habrían de marcar a una generación completa.
Todo eso habría de desatar el recital que encabezaron los corriosos hermanos Gallagher, y dicho show en tierras británicas habría de ser inmortalizado en un bootleg bajo el título de This Is History, y con letras más pequeñas Oasis Live At Knebworth Park. Con apenas dos discos en tres años, Oasis lograba el mote de «la banda más grande del mundo». No por nada, el saludo de aquella velada de parte de Noel, antes de comenzar con «Columbia», subrayó lo monumental del hecho: «Good evening, planet Earth».
«Oasis debió romperse en 1996, debimos acabar en aquel momento, tras Knebworth. Estábamos tocando ante 250,000 personas en ese parque y para mí, fue el punto máximo, no había más. Me habría encantado que al final del show Liam dijera: ‘Gracias y buenas noches; fuimos Oasis’. Debimos retirarnos ahí», me contó Paul Arthurs, mejor conocido como Bonehead, en una entrevista telefónica hace tres años.
El pelón hablaba con nostalgia acerca de la cuadrilla que él fundó junto con Liam en 1991. Entonces se llamaban The Rain, pero pocos años después, ya con Noel incluido, Oasis se convirtió en el monstruo que impulsó el britpop a alturas impensables.
Irónicamente, cuando Bonehead abandonó la banda en 1999, Noel declaró: «Su salida se compara con la partida de Paul McCartney de The Beatles».
Está claro. Cada quien tiene una versión diferente sobre la fecha en que se dio, o debió darse, la muerte de Oasis.
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