Johnette Napolitano ha estudiado flamenco, asiste a una escuela de tatuajes y es diseñadora de modas. Pero el inframundo la conoce más por ser el alma y vocalista de Concrete Blonde, una banda auténticamente alternativa (otros la tachan de gótica) que ella fundó en Los Angeles en 1982.
Y 11 años después de dicha fundación, la pandilla alcanzó uno de sus momentos cumbre con «Mexican Moon», la balada estandarte de un álbum del mismo nombre que presentaba en la portada una alegoría del día de muertos, algo muy mexicano.
Pero más allá de la idea conceptual de dicha tapa, se trataba de nostalgia pura con algo de tequila, una Tecate con limón y un urgente paseo por la Zona Rosa donde uno es capaz de olvidar el dolor y dar paso a unas cuantas sonrisas aisladas.
Johnette habla en la letra de un amor malogrado, tal cual le dijo al diario mexicano Reforma.
«La inspiración para ‘Mexican Moon’ salió de una conversación con un taxista en el Distrito Federal. Fue alguien formidable. Muchas de las palabras en español en la letra eran suyas».
«Mexican Moon» es, en resumen, un deleite sonoro, una aceptación de tristeza profunda, de desamor, de soledad y de melancolía a la luz de la luna mexicana, una de las mejores lunas del mundo para iluminar el llanto.
Incluso el disco cierra con una versión completamente en castellano llamada «Bajo la Lune Mexicana», con Napolitano intentando plasmar en el micrófono su mejor versión en español.
Si alguna vez la desolación se ahogó en alcohol, Concrete Blonde supo expresarlo como nadie el 19 de octubre de 1993, cuando Mexican Moon salió a la venta en cientos de tiendas de discos, incluidas algunas en la Zona Rosa.
«Señor, you are wise, I can see a million years, a million tears behind your eyes, take me home, take me to the Zona Rosa, mariachis and tequila, I will dance the night alone…»
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