Hay mucha gente que no ubica a Roxy Music, pero que al menos ha visto sus sugerentes portadas, casi siempre incluyendo el lado femenino y, acaso, polémico.
Country Life es uno de aquellos ejemplos perfectos de la terquedad y poder de Bryan Ferry. Ya sin la resistencia de Brian Eno en la cuadrilla, el cantante no sólo tuvo ruta libre para formular las composiciones de este gran álbum de 1974 (aderezadas con la aplastante guitarra de Phil Manzanera); además, pudo plasmar en el arte del mismo a dos amigas alemanas que había conocido en Portugal: Constanze Karoli y Eveline Grunwald. Qué remedio, Ferry quería ser galán y no sólo frontman, así que el concepto del material tiene tanto la sal como la pimienta. Al final, fueron retratadas las féminas en paños menores con unos matorrales de fondo.
La estupenda idea tuvo sus consecuencias y consiguió ese efecto doble de toda imagen controversial: censura institucional y devoción underground. La tapa fue modificada en países como Estados Unidos, España y Holanda, donde o bien se acercaba la imagen de las modelos para enfocarse en sus rostros y no en su cuerpo, o de plano la portada exhibía únicamente las plantas. Raquíticas resoluciones que convirtieron a Country Life, extraordinario de por sí, en objeto de deseo de los coleccionistas.
«Ser comercial no tiene nada de malo si lo que haces tiene calidad», declaró Ferry en 1972.
Coincidimos. Y más si, además de 10 extraordinarias canciones, empaquetas tan buena música con dos alemanas semidesnudas y aceitadas.
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