Rudo, peleonero, muchas veces adicto, metalero despiadado, eternamente dolido por su expulsión de Metallica y creador de Megadeth con el único fin de hacer de esta banda la más furiosa y rápida del thrash metal. Todo eso ha sido Dave Mustaine, el famoso melenudo pelirrojo y otrora niño tímido que salió de una familia fundada en torno a los testigos de Jehová.
El 11 de febrero de 1992, justo en las grabaciones del exitoso disco Countdown To Extinction, Mustaine y su esposa Pam se convirtieron en padres por primera vez, trayendo al mundo al pequeño Justis. En su autobiografía Mustaine, el artista revive aquellas horas altamente gratificantes y estresantes a la vez, en las cuales, estuvo segundo a segundo con el amor de su vida, sufriendo porque ella se negaba a recibir cualquier tipo de anestesia. «¡Amor, que te den el maldito Demerol o lo terminaré usando yo!», gritó en algún momento el nervioso Dave, amo de las mil audiencias y señor de los cientos de conciertos peligrosos.
La aguja finalmente hizo su trabajo y 15 minutos después, Justis vio la luz.
Al día siguiente, mientras Dave dormía en un sillón junto a la cama de su esposa, un niño entró a la habitación a dejar un arreglo de flores. Luego salió y, antes de tomar los elevadores, se acercó al escritorio de enfermeras y le dijo a una: «Señora, ¿sabe quién está en ese cuarto?… ¡Megadeth!». La enfermera, de edad avanzada, le replicó: «Oh, no, no, pequeño jovencito, este hospital es maravilloso. No hemos registrado muertes desde hace mucho tiempo».
Lo cuenta Mustaine. Anécdota verídica de la ocasión en que el metalero más feroz de la historia se convirtió en padre y cabeza de una bella familia. Y en ese cuarto, más que muerte, había mucha, mucha vida.
*Megadeath: unidad de medida equivalente a un millón de muertes humanas.
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