¿Quién es la enigmática “Deborah” por la que suspiraba Jarvis Cocker en «Disco 2000», uno de esos monumentales y rojizos himnos que hicieron de Pulp la banda más sexosa del britpop noventero?
Hubo años de sobra para engordar el morbo en el siempre quisquilloso Reino Unido y, en medio de tal torbellino, fue fácil decir que las letras apuntaban a un amor infantil e imposible del flaco líder del grupo de Sheffield.
«Aquella niña nació en el mismo hospital que yo, aunque no nacimos con una hora de diferencia (como dice la pieza), sino con tres. Eso sonaba poco poético, así que modifiqué un poco las horas», contó Cocker en 2012 a BBC 6 Music.
Se dice que por largo tiempo el inglés atestiguó desde diversos escondites cómo la mujer de sus sueños -mejor decir fantasías- se acercaba velozmente a la adultez, metamorfosis abanderada por un desmedido desarrollo corporal que el músico describió picosamente en aquel tema del alabadísimo álbum de 1995, Different Class.
«Cuando sus senos crecieron a tales niveles, le cayeron encima una infinidad de hombres, por lo que me quedé sin oportunidad. No tuve de otra que rondar su casa como satélite», dijo el frontman que siempre se autoflageló con el mote de tenorio maltrecho, pero quien paradójicamente excitaba a las féminas cuando en los conciertos zarandeaba el cuadril y hacía el uso más (anti)sexual del esqueleto.
El único fruto de esta no relación entre Deborah y Jarvis fue el séptimo sitio que en aquel 1995 se agenció el single del amor imposible en el chart de Reino Unido. La amalgama de rock y mofa del cantante sobre sí mismo por lo que no pudo ser expelía una mágica nostalgia que encantó a miles. Y el resto se redujo al gran misterio: la musa.
En 2010, durante un foro de fans de Pulp, un profesor y un ex alumno de la escuela a la que asistieron Cocker y su hermana Saskia afirmaron que la damisela era Debbie Newsham, residente en Stanhope Road, Sheffield. Sin embargo, en las primeras horas de 2015 el semanario NME reveló que la inspiración del músico había sido una enfermera que días antes había muerto por un cáncer que ataca la médula ósea. Tenía cincuenta y un años y se llamaba Deborah Bone.
Resignada a su suerte, Bone aprovechó los últimos meses de su vida para hablar del atroz padecimiento en el blog My Myeloma Journey – Welcome to the Parallel Universe, y se permitió escribir unas líneas alegres que terminaron con el rumor musical. Ella había sido la luciérnaga del mandamás de Pulp.
«Nací en Sheffield y mi relación con la fama se basa en el hecho de haber crecido y dormido con Jarvis Cocker. Bueno, alguien tenía que hacerlo… ¡y fue algo completamente inocente!», escribió la británica, quien ahí mismo contradijo una porción del estribillo («Let’s all meet up in the year 2000, won’t it be strange when we’re fully grown. Be there at 2 o’clock by the fountain down the road…»)
«Me han comentado que soy la Deborah del hit ‘Disco 2000’, pero aclaro que jamás quedamos de vernos él y yo en esa fuente.»
Lo que sí es cierto es que en algún momento Bone dejó Sheffield para hacer nido en Letchworth, donde se casó con un tal Colin. Y en 2013, cuando celebró cincuenta primaveras, tuvo el privilegio de que el mismísimo Jarvis apareciera en su festejo y canturreara ante unos pocos invitados «Disco 2000», hitazo que en otros momentos había desatado el follón total en los gloriosos Glastonbury, Leeds y Reading.
Fue la última vez que los amigos de la infancia, los nunca enamorados, se vieron. La despedida se selló con un tibio agarrón de codos (ese que garantiza las distancias), un deshidratado y penoso beso en la mejilla y un par de risitas acobardadas.
A pocos metros, Colin, el esposo, el definitivo, el ganón, atestiguó el adiós.
«Oh, Deborah, do you recall? Your house was very small, with wood chip on the wall, when I came around to call, you didn’t notice me at all…«
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