La historia detrás de las más grandes canciones

Aretha y el comienzo de la libertad

The Beatles yacían encerrados en Abbey Road para cocinar la psicodelia de un tal Sargento Pimienta, The Rolling Stones acababan de lanzar Between the Buttons, The Doors repartían ansiedad y empuje a partes iguales con su disco debut y Jimi Hendrix se alistaba para dinamitarlo todo con Are You Experienced.

Y en ese amanecer de 1967, Aretha Franklin llegó a Muscle Shoals, Alabama, buscando algo que Nueva York no le estaba dando: verdad. Hasta entonces, su carrera en Columbia había sido elegante y sólida, pero contenida. Tenía una voz profunda como el mar pero una vida matrimonial a ras de todo. Jerry Wexler, productor en Atlantic Records, lo sabía y lo sintetizó sin rodeos años después en Rhythm and the Blues: A Life in American Music: “Sabíamos lo grandiosa que era ella, pero no habíamos capturado quién era en esencia”.

Y llegó aquella sesión, que más que histórica, acabaría siendo reveladora. Aretha arribó con su esposo Ted White, con quien sostenía una relación marcada por el control y fisurada por repetidos episodios de violencia emocional. Un escenario microfoneado y listo para que esa noche todo estallara. Apenas inició la grabación, Ted tuvo una pelea con uno de los músicos del lugar. “Apareció el caos”, recordó Wexler. “Las cosas se pusieron muy feas y tuvimos que cancelar la sesión muy pronto”.

Sin embargo, en medio del frenesí, de la tormenta y de la creencia de que todo había quedado sepultado en unos cuantos minutos, alguien avisó que lo poco que Aretha había interpretado era suficiente. “Lo que logramos grabar esa noche era crudo, emocional e irrepetible. Ella no estaba actuando, estaba viviendo la canción”, afirmó Wexler.

La confesión en la que Franklin reconoce su tristeza pero advierte que pronto llegará el día en que el sol ilumine todo, quedó sellada bajo una sentencia titulada “I Never Loved a Man (The Way I Love You)”.

Esa tanda de ventiscas en Muscle Shoals nació la Reina del Soul como un referente moral, y con ella, una nueva manera de entender qué tanto puede desnudar una pieza a la vida real, la que brota lejos de las cámaras, cuando se cierra la puerta de la habitación y detrás solo quedan dos individuos… a solas, a merced uno del otro, sin escudos.

“I Never Loved a Man (The Way I Love You)” no fue una catarsis que dictaminó el destino de la relación de Aretha con Ted White, pero sí fue el primer registro audible de una alianza tortuosa cuyo desenlace tardaría un par de años en materializarse. En 1969, harta de los abusos y una dinámica que mutilaba la mente y la piel, la cantante decidió quebrar el vínculo y el divorcio se concretó oficialmente un año después.

Some time ago, I thought you had run out of fools, but I was so wrong, you got one that you’ll never lose…

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