La historia detrás de las más grandes canciones

Desde la rendija o el Brian Molko más voyerista de todos

De voyeristas y otros demonios. Bueno, de uno solo.

Brian Molko, un mirón liviano, un paliducho desnudo con ojos de abismo, asustado y carente de fe, un inocentote observando en silencio como un bicho esquinado, atajando impulsos y conteniendo deseos.

De eso va “Peeping Tom”, el episodio con el que Placebo clausuró Black Market Music. De un enamoradizo endeble y huracanado que quiere y no puede, que observa sin tocar ni dejarse ver, estrujado, maniatado y vigilando a su amor de antaño desde una rendija. Muy cerca para encenderse y suficientemente lejos para disecarse pronto.

Con veintisiete años, Molko lo explicó al Melody Maker en octubre de 2000: “‘Peeping Tom’ es sobre voyerismo. Intenté colocar al oyente dentro de las emociones del propio voyer y retratarlo de una forma compasiva. Mostrar el amor que siente por la persona que está mirando. Y esa persona es el único rayo de luz en su vida. Es como ‘Burger Queen’ (cierre de Without You I’m Nothing) pero un paso más allá: hermosa, llena de patetismo y muy conmovedora. Es el intento de mostrar el lado humano del pervertido. Porque no creo que las emociones humanas sean blanco o negro”.

Y de esa fragilidad y belleza del desvío se nutre tal desenlace. “Aquel fue un álbum algo monocromático para mí. Lo imagino como un color de madera oscura, con vetas de gris metalizado. Tal vez todo el paquete es demasiado gótico. Me gusta hacer discos con luz y sombra”, profundizó Brian.

Veinte años antes de que millones se convirtieran en una legión océanica de mirones asomados en silencio a las aventuras “perfectas” de sus exparejas, el andrógino y ensombrecido líder de Placebo ya excusaba a los frustrados y cantaba sobre ese chico del alma a medias que inclina la cabeza y mira sin caer, desde la orilla del precipicio, sin delatarse ni quebrar la noche. Solo observando para enamorarse con cobardía y gallardía y, así, no esfumarse, no morir, no desaparecer.

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