
Aquella ensalada colocada en el séptimo sitio del tracklist de Blue Lines, el debut oficial de Massive Attack, complació a los dioses en 1991. El molde vocal proviene de “Planetary Citizen” de la Orquesta Mahavishnu y John McLaughlin, el sampleo base emana de “Parade Strut” de JJ Johnson, y el condimento de la campana se conecta con “Take Me to the Mardi Gras” de Bob James.
Y el título de semejante cóctel, “Unfinished Sympathy”, es un guiño que aquellos tres ingleses veinteañeros con cara de malandros del vecindario y alérgicos a esbozar la mínima sonrisa frente a cualquier lente quisieron hacer a la Sinfonía No. 8 en Sí Menor del austríaco Franz Schubert, conocida como “Unfinished Symphony” porque para 1822 únicamente un par de movimientos habían sido terminados. El compositor vienés había contraído sífilis, enfermedad que lo hundió en una depresión que, a su vez, propició que dejara inconclusas varias piezas en las cuales trabajaba, entre ellas aquella sinfonía. Del tercer movimiento no se hallaron más rastros que un sherzo y un par de bosquejos musicales que jamás encontraron salida.
“Like a soul without a mind, In a body without a heart, I’m missing every part…”
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