
Sam Cooke, su esposa Barbara, su hermano Charles y su manager Senior Roy Crane no pudieron dormir en el Holiday Inn de Shreveport, aquel 8 de octubre de 1963. Tenían la reserva que semanas atrás había hecho Barbara, pero el recepcionista del hotel en Luisiana, al verlos llegar con sus maletas, les negó el registro, argumentando que el inmueble solo admitía clientes de raza blanca. Sam se incendió, pero su mujer le pidió no continuar el alegato. «En aquel tiempo podían lincharte tan pronto te echaran el ojo», señalaría Barbara tiempo después.
La ira de Cooke, a quien le quedaban catorce meses de vida, terminó en arresto luego de que él y sus acompañantes se marcharan del edificio a una velocidad que únicamente concede la furia. Al volante, el cantante profirió insultos por doquier y maltrató su muñeca izquierda hundiéndola una y otra vez en la bocina de su Maserati, mientras Charles y Senior, ventanillas abajo, soltaban alaridos en las calles aledañas al hotel.
El empleado que les negó el «check-in» fue el mismo que les delató y propició que fueran detenidos por alteración del orden público. La versión oficial advierte que Cooke pagó poco más de cien dólares para no pasar la noche encerrados; otras conclusiones arrojaron que los agentes que concretaron el arresto lo obligaron a quitarse la ropa y a cantar y bailar frente a ellos completamente desnudo y presa de una rabia contenida. Cada contoneo forzado fue acompañado por el lento zigzagueo de unas cuantas lágrimas que Sam no pudo quedarse para sí. El desahogo inmediato, más conveniente y artístico, llegó esa misma noche de octubre: Cooke respetó la agenda y se presentó en el Municipal Auditorium de Shreveport, a pesar de una amenaza de bomba y de que su hermano Charles fue arrestado de nuevo por haber comprado un par de botellas de licor.
«Aquel incidente en el que al cantante, a su esposa y a sus compañeros de banda (sic) les fue negado el alojamiento lo llevó a componer su gran canción«, escribió el autor James Sullivan en Which Side Are You On, un libro que recolecta las historias atadas a los movimientos progresistas que se han gestado en Estados Unidos y a las canciones bisagra que los han representado. Aquella composición derivada del racismo a escala nacional y la humillación a nivel personal es «A Change is Gonna Come».
«No hay duda de que la canción emanó de lo sucedido en Shreveport; fue un episodio terrible y la pieza es una consecuencia directa. No solo se convirtió en un himno para el movimiento de los derechos civiles, sino para todos los movimientos de justicia social a partir de entonces«, escribió Peter Guralnick, crítico musical y biógrafo de Cooke.
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