La historia detrás de las más grandes canciones

La arrebatadora historia de Bobbie Gentry y su oda a un chico que murió sin haber existido

El 2 de junio de 2016, el reportero de The Washington Post, Neely Tucker, marcó un número telefónico con dedos sudorosos. Una llamada fuera del estándar. Un salto al vacío. Algunos rings eternos y después… la voz de una mujer irrumpiendo con un saludo parco. A contrarreloj, el periodista se presentó a sí mismo y preguntó por la persona cuyo nombre aparecía registrado como el respectivo propietario. «Aquí no hay nadie con ese nombre». En el segundo embate, la damisela colgó.

En medio de una larga lista de valientes que por décadas intentaron lo mismo, Tucker resumió el intercambio como un triunfo: «Durante trece segundos hablé con Bobbie Gentry».

Neely había buscado el número telefónico de una mujer de cabellera larga, tez blanca, pestañas postizas y labios carnosos. Y a la vez, a una mujer muy distinta. Porque en su mente bailaba la antigua estampa de una joven del condado de Chickasaw, Mississippi, que embelesó a miles en la década del hippismo. Sin embargo, Bobbie Gentry había envejecido y tenía setenta y cuatro años, edad más allá de la jubilación que la distanciaba de aquella cara fresca de finales de los años 60. La que el 26 de agosto de 1967 hizo algo comparable con secar los mares e incendiar Siberia: destronó de la cima del Billboard a «All You Need is Love» de The Beatles con «Ode to Billie Joe», una pieza desprovista de gran producción, apenas tejida con una guitarra digna de fogatada bohemia. Para subrayar el tamaño de la hazaña, hay que decir que debajo suyo quedaron deidades como The Monkees, The Doors, Aretha Franklin, Stevie Wonder, James Brown, The Supremes, The Temptations y Procol Harum.

Arrebatados de intriga, los críticos quisieron saber todo y más acerca de esa cancioncilla tiragigantes y de la monísima estadounidense que la había parido. Razones había. Las letras despiden un aroma opuesto al optimismo de la época: sentados a la mesa, a la hora de cenar, una familia de campesinos se pasa los panes mientras habla del suicidio de Billie Joe McAllister, un chico que se ha tirado del puente de Tallahatchie. La narración también señala que el día anterior, Billie y la hija de esta familia han arrojado un bulto desde el mismo spot.

«He said he saw a girl that looked a lot like you up on Choctaw Ridge, and she and Billy Joe was throwing somethin’ off the Tallahatchie Bridge…«

Cuestionada mil veces por los motivos de Billie Joe para quitarse la vida y por la naturaleza del objeto misterioso, Gentry dejó todo en penumbras: «La muerte de este joven no mereció mayor atención de sus vecinos», resumió la cantautora. «Y esa parte (la del bulto) la he dejado abierta para que quien oiga la canción formule su propia conclusión».

En 1982, tras asistir a la Academy of Country Music Awards, Bobbie desapareció de la vida pública sin aviso para los feligreses ni pista para los sabuesos El adiós no tuvo medias tintas. Dejó el jet-set, la música, la conducción televisiva, las fotografías mediáticas y los romances en los balcones de Las Vegas.

El 31 de mayo de 2019, el periodista del diario The Clarion-Ledger, Billy Watkins, escribió una pieza titulada What happened to singer Bobbie Gentry? en la que confesó que jamás buscó tanto a una estrella como a Bobbie. A diferencia de Neely Tucker, Billy no llegó a marcar el teléfono de la cantante, pero sí logró entrevistar al exproductor de ésta, Rick Hall, quien apenas le dijo: «Puedo entender por qué Bobbie abandonó la música para vivir en reclusión: tenía demasiados recuerdos negativos de este negocio».

En el colofón de su propio artículo, Watkins quebró los límites del periodismo tradicional, insertando su desesperación y fascinación personal por la esquiva sureña: «Bobbie Gentry, si esta historia cae en tus manos, ponte en contacto conmigo. Mi número y dirección de correo electrónico están al final. Y, por lo que vale para ti, ‘Ode to Billie Joe’ es una de mis veinte canciones favoritas de todos los tiempos. Tu música importa, tu historia también. Espero poder contarla«.

Su petición, casi ruego, cayó como un bulto en el río. Y se hundió.

Opina en Radiolaria