Ya se lo cuestionaba el periodista del NME a Martin Gore en febrero de 1990: si con «World In My Eyes» buscaba expresar que lo placentero y gratificante de un simple momento pasajero era lo importante en la vida.
El güero, casi siempre reacio a hablar de sus motivaciones detrás de los embriones que han edificado la vasta discografía de Depeche Mode, estaba particularmente accesible en aquellos meses en los que todos hablaban de Violator, el entonces nuevo disco del cuarteto.
«(‘World in my Eyes’) es una canción optimista. Dice que el amor y el sexo y el placer son cosas positivas. No me importa que me salgan con el rollo del existencialismo porque eso ha sido una influencia para mí», respondió el rubio antes de revelar a sus bestias literarias favoritas.
«Quizá pesa sobre mí tanta influencia de Camus, Kafka y Brecht como de canciones pop».
Vivir el momento y recorrer «el mundo interno» eran, pues, parte de las sensaciones de Martin al momento de construir la lírica del que más adelante se convertiría en uno de los sencillos de Violator, pero que, aún más importante, cargaba con el peso de abrir la obra maestra de los Mode y hasta de dar la bienvenida a los fans en el repertorio del World Violation Tour, pasado el intro instrumental «Kaleid».
«Escribo de estas cosas por un motivo, me agrada pensar que alguien reflexiona al respecto (…) Supongo que mis canciones defienden la inmortalidad, pero si se fijan bien, siempre hay una sensación de culpa», expuso Gore en aquella charla con el NME que fue desplegada a dos páginas y en cuya imagen se veía al letrista en la misma jerarquía visual del vocalista Dave Gahan.
A la larga, «World in my Eyes» se consolidó como el corte favorito de Andrew Fletcher y como la excusa perfecta para que Dave, durante muchas presentaciones en vivo, presentara al hombre de las gafas ante los devotos.
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