
Pese a los estragos de un cáncer de seno implacable, sus más cercanos afirman que la actriz Bette Davis pasó sus últimos años de vida enormemente agradecida por haber sido, sin pretenderlo, la inspiración de “Bette Davis Eyes”, un hit monumental escrito originalmente por en la década de los 70 por Jackie DeShannon y que unos años después se volvió una supernova con una versión distinta de Kim Carnes. De modo indirecto, este cover hizo que una nueva camada de jóvenes se formulara dos preguntas: ¿quién diablos era Bette Davis? y ¿qué tipo de magia tenían aquellos ojos?
La composición que ha traspasado como flecha varias generaciones suele requerir de matices y aclaraciones pertinentes, como el hecho de que DeShannon tomó pluma y papel en una noche de 1974, mientras veía Now, Voyager, filme de los años 40 en el cual Bette Davis luce a lo grande presumiendo esos ojazos azules tamaño Júpiter que en cintas blanco y negro adquirían tonalidades arrebatadoras. Era un efecto semejante al de un denso y oscuro pantano que de pronto recibe los primeros destellos de un amanecer con amarillos juguetones. En una paleta de grises, un ser humano, una mujer, desafiaba el cosmos entero con sus pupilas.
“Incluso la película más insignificante parecía algo mejor de lo que era gracias a esa voz precisa y nerviosa, el cabello rubio ceniza pálido, y los ojos saltones y neuróticos, una especie de belleza corrupta y fosforescente«, describió alguna vez el novelista Graham Green sobre el hechizo de Bette.
La primerísima versión de la canción tenía un toque rockero, uno muy distinto al condimento new wave que Kim Carnes propuso para su relanzamiento en 1981. Mucho más bailable, esta adaptación resultó ser un fenómeno arrollador y se instaló en el tope de la lista de popularidad estadounidense por más de dos meses, además de conquistar los charts en más de veinte países. El diario The New York Times no se anduvo por las ramas cuando publicó su veredicto en el verano de 1981: “Es el fenómeno pop del año”.
“George Tobin (productor) me mostró el demo de Jackie DeShannon y era algo totalmente diferente (…) pero las letras me capturaron. Tan solo con el título… ¿Una canción llamada ‘Bette Davis Eyes’? Le dije a George… ‘¡Quiero esa canción!’”, confesó Kim en una conversación con Pop Matters.
Multinominada y dos veces ganadora del Premio de la Academia, la veterana actriz Bette Davis envió cartas de agradecimiento tanto a Carnes como a DeShannon por haber devuelto su nombre a las pláticas y las tertulias, por incorporarla al “mundo moderno” y, sobre todas las cosas, porque sus nietos supieron que ella había sido la causa de tan importante pieza. Su resurgimiento llegó como agua fresca en una época de terremotos personales. Davis intentaba contener los embates del cáncer y a la vez sostenía un fragoroso cruce de declaraciones con su hija Barbara, quien en su libro “My Mother’s Keeper” la calificó de alcohólica, la acusó de abuso psicológico y la describió como “un monstruo”.
“Sin haber sido una Rita Hayworth o una Jean Harlow, mis ojos fueron probablemente mi mayor virtud”, declaró Ruth Elizabeth “Bette” Davis a la revista Time, ocho años antes de morir en un hospital parisino, el último lugar que atestiguó cómo un halo de luz incandescente puede deslumbrar las viscosas entrañas de un oscuro pantano.
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