Con «My Way» Frank Sinatra pasó de grande a monumental. Y aunque todos saben que la composición no es de él, sino de Paul Anka, muy pocos están al tanto de que el embrión se le asigna a Claude Francois, un popero francés que murió en 1978 (electrocutado en su tina de baño) y quien estuvo involucrado en el origen de una melodía llamada «Comme d’habitude».
Tal creación llegó después de que Francois terminó una relación con la modelo France Gall, aunque oficialmente la letra es de Gilles Thibault y la música de Jacques Revaux, así que lo que nunca ha quedado claro es el pedazo del proceso creativo en el cual Francois intervino.
Durante un viaje a Francia, Anka escuchó la canción y reconfiguró todo al idioma inglés, pensando única y exclusivamente en un intérprete: Frank Sinatra. El canadiense tardó apenas unas horas en la adaptación del corte durante una madrugada de insomnio y poco después Sinatra demoró menos de media hora en plasmar su interpretación en vinil.
El diario The Guardian publicó hace años que lo que en realidad hace especial a «My Way» es que el estadounidense empataba fielmente con la idea de Anka. «Un rufián, un conquistador, un artista que se esfumó y luego regresó a escena para confirmarse como una leyenda titánica». Ciertamente, Sinatra encarnó las características referidas en la pieza, haciendo todo a su modo.
Lo increíble es que Frank terminó reconociendo su odio hacia «My Way» durante un concierto en Las Vegas, considerándola una canción zalamera y llena de pedantería. Más aún, el tema ocupó el lugar de honor de un inaudito chart que condensa los cortes más tocados en los funerales británicos hasta que a mediados de la década pasada la cima fue concedida a «Goodbye My Lover», de James Blunt.
Todas estas historias confluyen en la composición de Francois, de Anka, de Thibault y de Rebaux, según la versión y el crédito que se le dé a cada uno. Sin embargo, es claro que todos la atan al gran Frank, quien, paradójica y puntualmente, evitó que fuese parte de su epitafio al momento de morir, en 1998.
Muy a la Rosebud del final de la película Citizen Kane, en la tumba de Francis Albert Sinatra se lee «The Best Is Yet To Come», uno de sus primerísimos éxitos.
Así, murió también a su manera.
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